Tuesday, June 23, 2015

Panama





PANAMA 





 


Para llegar a las Islas de San Blas en Panamá navegué en un velero por casi tres días. El viaje fue a veces difícil ya que el cuerpo no está acostumbrado al va y ven de las olas y al movimiento constante del bote. Muchos de los tripulantes solo durmieron los primeros dos días para evitar los mareos y náuseas. Era más fácil de esa forma. Yo también dormité mucho, increíblemente te llega el sueño aunque no creas tenerlo, el cuerpo aprovechó de pasarme la cuenta después de cinco meses de trajín. Fueron unos días de mucho silencio, descanso y relajo. El velero en que nos fuimos tenía un área común donde todos podíamos sentarnos cómodamente, estirase o simplemente echarse a descansar y esperar a que llegáramos a nuestro destino. Ahí arriba también tomábamos nuestras comidas y nos reuníamos a socializar. Abajo estaba la cocina y casi 5 áreas o dormitorio muy pequeños. Digo cinco porque una de la cama estaba en el pasillo y no era una habitación. El barco parecía pequeño pero estaba remodelado en una forma muy ingeniosa y el espacio era aprovechado muy bien. Siete viajeros mas tres trabajadoras y el capitán compartimos en el velero siete días de viaje, diversión, buenas y honestas conversaciones. Pasamos horas y horas juntos, en espacios reducidos, casi unos encima de otros. Siete días sin que nos ducháramos. Siete días de aceptación y tolerancia. 







Mientras navegábamos tuvimos mucho tiempo para reflexionar y recordar nuestras vivencias. Ahí me di cuenta que dejar Colombia no era fácil para mí. Aquí voy a confesar que siempre desde que era una niña he tenido una fascinación con los colombianos. Me encanta muchísimo su acento creo que es el más sensual de todo latino América. Me gusta también demasiado su manera de comunicarse, lo libre y expresivo que son. Me deleito en verles y oírles. Creo que tienen mucha personalidad y seguridad en sí mismos. Además su calidez siempre me ha atraído mucho. Su color de piel y la pasión con que viven. Entonces después de haber estado allí finalmente con ellos, de escucharles y disfrútales, de aprender de su forma de ser, de ver cuán genuinos y comunicativos es que son... Después de haber bailado con ellos... Se me hizo inmensamente difícil dejar Colombia. Me fui definitivamente con gusto a poco. Tenía expectativas, quería más. Deseaba una experiencia única, como en ningún otro país. De alguna u otra forma creo que la tuve... En Colombia hice fiesta. Bailé casi sin límites, carretié hasta las tantas y me dejé seducir. Pero quería... Quiero más. Nada pasó, nada que valga la pena contar. Pero Colombia me cautivó. 


 




Después de tres noches y dos días de navegación continua llegamos a las islas de San Blas. En el mar abierto nunca vi aguas tan azules. Un azul marino hermoso y único. Creo que siempre recordaré ese color tan especial. En la primera parada (el tercer día) estuvimos anclados un día entero. Pudimos entonces saltar al mar, hacer snorkeling, kayaking y tomar un baño de agua salada después de dos días de sudor. En el mar hayamos peces de distintos tipos y colores y disfrutamos de una vista maravillosa privilegiada. Jugamos a las cartas y empezamos a conocernos ya que los primeros dos días fueron muy silenciosos. En la tarde, antes de cenar, un amigo del capitán (otro capitán de un velero turístico) nos visitó con su perro y su ayudante. Tote y su perro Sancho eran muy simpáticos y el chico parecía tener una muy buena voluntad. Bueno en unos de esos arrebatos de confianza (venía de Colombia man!) me arriesgué y lo invité a bailar bachata en proa del velero. Creo que bailamos unos 15 minutos. Mientras bailábamos nos conocimos un poco, disfrutamos la música, el atardecer, el momento único y diferente. Al mismo tiempo tratábamos de mantenernos balanceados, peleando con el mover del velero y sacando a Sancho quien se cruzaba por nuestros pies y no nos dejaba bailar. Creo que el perro se sentía celoso por su amo. Fue una experiencia única y súper genial. La brisa, el mar, la música, el baile y el ambiente en general hicieron que la ocasión fuera inolvidable. Nunca había bailado en un velero con el atardecer a mi lado, al medio del Caribe, en Panamá... Al medio de la nada, en el mar abierto con un extraño que acababa de conocer, cantando y tarareando canciones de Romeo Santos. Oh cuanto amo bailar. Soy otra. Me libero. No fue seducción, fue amistad. 

 





Los siguientes tres días estuvimos parados en la isla Chichime la cual es la isla más grande de San Blas. Cuando tocamos tierra después de cuatro días, encontramos a unos hombres pintando y arreglando una lancha a las orillas del mar. Tenían también un parlante con música latina muy fuerte. Fue espectacular llegar al son de la salsa y ver esa isla paradisiaca incomparable y bellísima. Qué gran recibimiento. 


 



El Capitán del velero era un personaje totalmente peculiar. Un hombre colombiano de más de setenta años, 
que se levantaba con su cerveza en mano, disfrutaba de un buen vino chileno al almuerzo y se acostaba con un ron con cola. Pelo y barba blanca, un tostado intenso por tantas horas al sol, arrugas definidas, delgado a los huesos pero con una panza hinchada por el alcohol, cojo de nacimiento y picaron con las chicas. Mañoso, gruñón, cómico, divertido y frustrante a veces. El hombre tenía muy poco temperamento, se le agotaba la paciencia rápidamente. Se enojaba fácilmente si las cosas no se hacían a su forma lo que provocaba que gritara órdenes como loco. Mandaba a la chicas del staff a veces de una forma dura y hasta irrespetuoso lo que me ponía nerviosa y me hacia querer ponerlo en su lugar. Yo nunca podría trabajar para una persona así. Yo era la única pasajera que hablaba español y por eso entendía todas sus indirectas y retos hacia las chicas. Los otros sólo podían percibir su expresión corporal y obviamente escuchar sus gritos. Pero para ser justa el viejito también era simpático, dadivoso, picaron, y le gustaba conversar mucho. Era directo y vivido. Decía las cosas tal y como son. Creo que eso me llevo a sincerarme mucho con él. Tuvimos conversaciones en castellano muy profundas con él y las chicas del team, de esas que solo se pueden tener en la lengua latina. Me dio consejos y me dijo que no me había visto sonreír tanto como cuando estaba bailando bachata en la punta del bote. Que abrazara y aprovechará el hecho de que era latina, que bailara y me soltara mas. Que no fuera tan seria y rígida y que me dejara llevar cuando las oportunidades se dieran. Que me lanzará a la vida jaja.
Así con él y el resto de la tripulación disfrutamos de las islas de San Blas. Fueron unos días espectaculares de descanso. 









Panamá City

Recorrí la exuberante ciudad de Panamá en cuatro días. Una ciudad totalmente distinta a las otras en centro América con edificios altísimos y con unas ganas de ser una de esas ciudades en el western world.





Saturday, June 20, 2015

En Cartagena de Indias perdí dos muelas, carretié y me enamoré de laonda de la cuidad.



Colombia 









 En Cartagena de Indias perdí dos muelas, carretié y me enamoré de la onda de la cuidad. 

Llegué a Cartagena desde Lima. Hice el check in en el aeropuerto de Lima a las 4am así que esa noche no dormí. Primero para ahorrarme el hostal y segundo para asegurarme de estar a tiempo para mi vuelo. Me encanta estar en los aeropuertos, tienen algo, ese no sé qué. Me hacen sentir motivada, contenta, como que tienen una vibra que me hace sentir bien.  Me ilusionan. Aparte de mis mochilas, traía conmigo un dolor inmenso de muela. Tomé unas pastillas pero no hacían nada. Tan pronto como me senté en el avión pedí medicamentos nuevamente para calmar el dolor. El azafato me dio unas pastillas para el dolor pero no parecían tener ningún efecto así que pedí whisky para anestesiar la encía. Me sentía incomoda, con dolor. Fui afortunada de tener las dos asientos al lado mío sin pasajeros así que tenía suficiente espacio para acomodarme y dormir pero no podía por el dolor! Me acurruqué en los asientos con mi sorbo de whisky en la boca. Retuve allí el licor por unos buenos minutos haciendo que la encía y la muela remojaran hasta quedar un poco anestesiadas cambiando la dosis de vez en cuando ya que el alcohol se mezclaba con la saliva y así era menos efectivo para mi dolor. Traté de dormir pero solo lo logré por unos minutos. El vuelo era corto, creo que fueron solo tres horas. Escala en Panamá City y luego Cartagena. En el segundo avión que solo tardo una hora también pedí algún calmante pero no tenían, nuevamente me dieron whisky pero ya el dolor no respondía a su efecto. Así que llegué al aeropuerto con un sufrimiento terrible de mi muela. No aguantaba. 





 


Salí de allí y pregunté  como llegar al barrio  Getsemani donde me iba a quedar. Los taxis son siempre una buena opción pero me gusta ahorrar y también experimentar un nuevo lugar en todas las formas posibles. El transporte público cubre los dos puntos. Estaba entonces parada en la calle afuera del pequeño aeropuerto de Cartagena preguntando que tomar con mi mochila de 20 kilos al hombro y la pequeña en el pecho. Taxistas tocaban sus bocinas, moto-taxis también llegaban a ofrecer sus servicios pero pronto me di cuenta que la micro pasaba bastante y que solo era un dólar. Y eso hice. Sin saber donde bajarme o si la micro era la correcta, me remonte de todas formas, arriesgando todo solo para vivir la experiencia, adrenalina en todos lados. Sudé por el calor increíble del lugar y también por el poco de miedo que llevaba conmigo. Subirse a un bus público con las mochilas siempre es un reto pero uno interesante. La gente obviamente te mira, haces eye-contact, una oportunidad para sonreír y aprender. Esos son los mejores chances para conocer gente local, ellos de por si quieren asistir y conocer de dónde eres, de dónde vienes y a dónde vas. Y así fue, ellos me dirigieron para así yo poder llegar a mi destino. Por los parlantes del bus se escuchaba a Los Adolescentes cantando ´amores como el nuestro´ una salsa antigua que conocía así que me puse a cantar bajito y disfruté el desafío. Pregunté nuevamente donde bajarme y caminé unos 10 minutos hasta llegar al hostal. Mucha gente cree que Colombia es peligrosa y que a los turistas los secuestran, para mí fue acogedora desde el primer momento. El calor era tremendo, ya no sudaba de miedo y la gente parecía disfrutar mucho.
El dolor de muela seguía, el cansancio ahora era más duro. Dormité unas horas y luego salí a descubrir Cartagena de Indias y el Barrio Getsemaní. 

  





El primer lugar que encontré después de comprar algo para comer y tomar en la calle fue La Plaza de la Trinidad. Un lugar único. Un punto de encuentro en el centro del barrio Getsemaní con mucho ambiente, buena música y gente linda. En la plaza de La Trinidad conocí a muchas personas especialmente colombianas en los 10 días que estuve allí. Getsemaní es un barrio turístico donde hay muchos hostales, restoranes, agencias de turismo y almacenes de esquina. Hay bastantes turistas pero lo lindo es que se combinan muy bien con los locales del lugar. En la plaza puedes encontrar gente de todas partes del mundo y también tener el placer de conocer a los adorables costeños. Hay oportunidades de conversar con una cerveza en mano, escuchar música en vivo para todos los gustos dependiendo del día, puedes comer comida rápida típica, bailar y ver bailar a grupos callejeros además de socializar en un ambiente muy muy cómodo y rico. Cada día tienes la oportunidad de apreciar una performance distinta. Por ejemplo puedes alegrarte con grupos de jazz o música clásica, latina o rock, DJs tocando música electrónica o grupos locales bailando rap callejero. También tuve el gusto de ver una obra de teatro y de bailar un tipo de Zumba/Body-Jam class en medio de la plaza. Los niños juegan al futbol alrededor de la gente mientras las mamás hacen ejercicios o/y los papás disfrutan del espectáculo. Como sea serás entretenido. Si no es un show preparado, son los borrachitos que quieren alegrarte de alguna forma, lo bueno es que no hay muchos. Se pasa muy bien en la Trinidad. Ahí conocí a un grupo de colombianos universitarios los cuales  eventualmente me invitaron a la universidad a un evento de libros, con un show de hip hop en vivo y la oportunidad de recorrer la U, disfrutar la atmósfera de los estudiantes y divertirme con un grupo de gente muy exquisita. También me llevaron  a conocer el muelle, comer comida típica y por supuesto a bailar a un bar del cual me enganché mucho 'La Caponera'. Hice otras amistades pero esta fue la más memorable. Los chicos fueron muy buena onda conmigo. Me enseñaron modismos, me hicieron sentir parte de su grupo, me llevaron a comer arepas un tipo de empanada que es hecha de masa frita de harina de maíz rellena con carne y huevo, salsas y condimentos entre otras cosas que compartimos. Fue lindo el tiempo que pasé con Angela, Jo y los demás chicos. No había tenido el chance de conocer a tantos locales como lo pude hacer aquí en Colombia. Ellos también me regalón esa gorra verde que llevo puesta en la foto como recuerdo de nuestro encuentro. La gorra dice 'Univesidad de Cartagena'. 





















                   


El dolor de muela siguió molestándome el segundo día. No podía ver el lugar cómodamente, el calor era sofocante pero la molestia de mi muela era insoportable. Salí a caminar temprano como lo suelo hacer siempre pero me sentía horrible, creo que era una combinación de dolor, frustración, calor y cansancio. Busqué un dentista y terminé perdiendo dos muelas. Una de las muelas era la del juicio que estaba ayudando de cierta forma a sostener la muela débil. La otra estaba completamente sensible, el más simple toquecito la hacía gritar. De acuerdo al dentista no tenía hueso lo que hacía que no tuviera firmeza y estabilidad. Una opción era hacerme un tratamiento de conducto pero igualmente la muela quizás no iba a tener salvación. Las saqué. Quedé con un hoyo en mi boca y uno pequeño también en mi corazón. 

Después de haberme sacado las muelas pude disfrutar más de la ciudad, apreciar los edificios, la gente y también del agua helada. 

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Me sentí segura y admirada en muchos rincones de Cartagena.  Caminé por todos lados tomándome horas recorriendo, solo observando y descubriendo y nunca sentí temor o me vi en alguna situación de incomodidad. Aparte de las veces en las que ciertos hombres casi que me hablaban en el oído para tírame un piropo siendo eso lo más riesgoso que experimenté. 
Los hombres en Colombia desde mi punto de vista son cálidos, atrevidos, confianzudos, sexys y piropean bastante. Algunas veces se pasan con sus palabras o con la manera de expresarse cruzando la línea imaginaria de tu espacio personal y el sentido común. Pero al mismo tiempo la otra parte puede hacer que el autoestima de una chica se eleve. Las miradas, las sonrisas, las palabras típicas de conquista ayudan al espíritu de una chica. Hacen que se sienta bien. Disfruté mucho la atención que recibí. Quizás una atención superficial pero rica de alguna forma. 
Siempre me ha fascinado el acento colombiano. Es delicioso, suena como suave y dulce. En los chicos suena seductor y sensual. Qué delicia! 
Para ser honesta siempre he deseado tener un novio colombiano, son tiernos y atrevidos al mismo tiempo. Aún no ha llegado esa bendición. Desde que era chica me han llamado mucho la atención, creo que me empecé a interesar en ellos cuando veía telenovelas en mi niñez. La forma en que sonríen, se expresan y hablan me vuelve un poquito loca jjaja. Tenía muchas expectativas cuando pise Colombia por esa razón. Quería mucho.







Las chicas colombianas son bellísimas y se visten muy bien. Tienen varios estilos pero siempre impecable. La mayoría salen muy arregladas a las calles, con tenidas elegantes, coloridas y a la moda. Como turista y viajera no tengo muchas opciones en mi mochila... Hago lo que se puede... me tengo que poner siempre la misma ropa. Fue un placer si ver el estilo de moda de las chicas en las calles de Cartagena. 





Lo que más me gusto de Colombia son sus calles. Las calles de Colombia están llenas de vida, la gente sonríe, tienen sabor, te hablan aunque no te conozcan, te hacen parte del ambiente. Puedes escuchar música caribeña-latina en todas partes lo que inevitablemente te hace mover y disfrutar. Te alegra. Te hace reír. Los colores de los puestos, casas y locales comerciales son fosforescentes, luminosos y fuertes, vibrantes. Además hay bares al aire libre obviamente con salsa a alto volumen. La música es increíble. Me encanta muchísimo esa característica del país. A parte de todos estos aspectos que identifican a las calles colombianas debo admitir también que hay mucha basura en todas partes lo que hace que la chispa y la belleza del lugar se opaquen un poquito. 





 

En Colombia vacilé mucho. Salí a bailar cuatro veces en mis 12 días de estadía. Todas las veces fui al mismo lugar a ‘La Caponera’. No había salido en ninguno de los países cubierto en el viaje hasta ese entonces, por muchas razones pero para nombrar algunas: cansancio, falta de ganas, por el hecho de ahorrar y porque planee el viaje no para que se me soltaran las trenzas… aunque si se me hubiese presentado una buena oportunidad, algo que valiera la pena, las hubiese deshecho con gusto. Pero disfrute tanto el bailar. Bailé demasiado y fue fantástico. Casi solo salsa y un poco de champeta un ritmo costeño típico de Cartagena. No puedo explicar con palabras lo bello que se siente estar allí en Cartagena de Indias, en el cárabe, bailando salsa con un colombiano. Casi todos se mueven suavecito, te hablan al oído y te tratan de engrupir. Uno se deja y después te das cuenta que todos utilizan las mismas frases, las mismas palabras de conquista. Es un poco chistoso y patético darte cuenta que los chicos dicen lo mismo cuando quieren atraerte. Típico que te dicen ‘no sé lo que me has hecho pero me gustas mucho’ o ‘te puedo decir que eres muy linda’ o lo mas cliché y no puedo creer que aun usan ‘tus ojos son tan lindos’. Creo que falta creatividad en el ámbito del cortejo, nos hemos quedado en lo básico y en lo aburrido. En lo rápido. Quería mucho de Colombia, tenía muchas ganas de conocer a alguien especial, tenía grandes expectativas. No paso nada. No obstante bailé muchísimo y fue verdaderamente fabuloso. Lo pase tan bien, mi corazón se sentía exquisito, quería que cada canción durara por siempre, fuera con quien fuera que estuviera bailando. Bailé, bailé y me gocé y disfruté, me sentí linda, observada y me gusto. 











No es un adiós, si no un hasta prontico amada Colombia. 

Sunday, May 31, 2015

Perú me hizo sentir bien. Me trajo esperanza. Me abrió sus puertas con abrigo y me las cerró con amor. Una conexión distinta cada día. Una nueva mirada.

El Perú 

Perú me hizo sentir bien. Me trajo esperanza. Me abrió sus puertas con abrigo y me las cerró con amor. Una conexión distinta cada día. Una nueva mirada. 





En Perú soñé. 


Después de haber estado 3 semanas en Bolivia finalmente pisé la tierra del Perú. 

En el terminal de buses de Puno, donde me dejo el primer bus, conocí a una pareja de chicos argentinos que andaban viajando. Aldana y Julián venían también de Bolivia y llevaban dos semanas recorriendo Sudamérica juntos. Con ellos compartí mi estadía en Cusco y el tour hasta Machu Picchu mas tarde. 

  

  

PUNO


Apenas me subí al bus en Puno me sentí acogida por los pasajeros peruanos que viajaban conmigo. El bus no tenía servicio de frazadas pero tan pronto le pregunté al hombre de la agencia por una, él se consiguió una colcha gigante con una de las señoras que viajaba también en el bus. Ella muy amablemente me la vino a dejar a mi asiento y me pidió que se la devolviera al final del viaje. La señora me dio una gran sonrisa y me prestó la colcha para mi viaje. 
En Bolivia y Perú es muy común ver a los pasajeros de los buses viajar con grandes bolsas con frazadas y almohadas para su noche de viaje. Al principio me parecía raro el hecho de ver a la gente acarrear tantas mantas, especialmente en Bolivia, pero creo que era porque no estaba acostumbrada a moverme tanto, no conocía las comodidades y los servicios que ofrecen en cada país. Quizás también porque en Chile durante los viajes de noche te proveen la mantita y típico que los buses tienen calefacción. 

Ahora que pienso en las noches que he pasado viajando, recuerdo algunas veces en las que pasé mucho frío en mi asiento mientras miraba a los que se sentaban cerca de mí muy calientitos y cómodos con sus frazadas. Solo una vez me atreví a pedir un pedacito de manta porque ya no aguantaba el frío.  Con esta señora compartí el viaje desde un pueblo cerca de Santa Cruz hasta Cochabamba el día de mi cumpleaños, nunca hablamos pero la frazada quebró el hielo, literalmente. La señora no estaba muy contenta de prestarme un pedacito de manta para una de mis piernas (pierna y media) pero igual me dio un poco.  
Bueno en este viaje desde Puno a Cuzco en Perú pagué un poquito extra y me fui en bus cama, no veía unos de esos en un buen tiempo y con el cubre cama que me prestaron pasé una muy buena noche. Descansé y disfruté, no pasaba una noche tan buena en un bus desde hacía rato.

  


CUSCO



       

   



Llegue a Cusco un día de lluvia y muy helado. Me sentía un poco triste, quizás con nostalgia. Creo que era una combinación de cansancio, falta de sueño, la atmósfera del lugar y obviamente mí estado anímico. En este caso fue un poco entristecedor llegar a una ciudad en esas circunstancias. En Cusco llovía, además todo se veía gris, sin vida, la ciudad estaba desierta, un poco oscura y hasta sin brillo.  Traía las zapatillas mojadas ya que me empapé afuera del terminal de buses y llevaba mi mochila al hombro con pocas ganas, deseaba el sol... aunque fuera poco siempre cambia el panorama. En el taxi hacia el hostal nos dimos cuenta que la congestión vehicular es un gran problema y que pasaríamos unos bueno minutos esperando en el taco. Me dediqué a observar las calles, los autos, la gente, su ropa, la lluvia... El ombligo del mundo inca, Cusco el puma era real para mí. Había llegado a tierra peruana. 




Los siguientes dos días en Cusco el tiempo se arregló algo, pero siempre amenazaba la lluvia. Cusco es una ciudad encantadora y lindísima de todas formas. La gente del Perú es súper amable, ellos son sencillos y muy simpáticos. Reciben bien al turista y saben cómo tratarlos. Me sacaron muchas sonrisas y lo mejor es que la mantuvieron ahí en toda mi estadía. 





Los hombres del Perú son piroperos, picarones y coquetos. Les gusta creer que se la pueden con cualquier chica. No sé si son atractivos, no para mí, no lo creo pero definitivamente tienen lo suyo. Son bajitos, algunos forzudos y todos risueños y juguetones. Muchos son directos y puntudos. Por ejemplo cuando viajaba a la terminal para irme a Lima un taxista fue demasiado honesto conmigo y me contó de una historia de amor que él tuvo con una mexicana. Me explicó que la conoció en un bar y que estuvo con ella unos dos días. En ese transcurso sucedió obviamente de todo y aquí está la clave de la historia, él me contó que nunca había tenido sexo así como lo tuvo con ella. Dijo que había sido loco, inusual, pasional y atrevido. Llegó al punto de decirme que con ella había tenido el placer más grande de su vida y que nunca después de ella lo tuvo de nuevo; también que fue realmente ella quien hacía todo el trabajo, que él aprendió mucho hasta decir que con ella él aprendió a hacer el amor. Habló de posiciones y cosas raras.  Primeramente yo no sabía dónde meterme cuando empezó con su historia. ¿Cómo puede un hombre que acaba de conocer a una chica en el taxi contarle una historia como esa? Yo solo lo miraba mientras manejaba, él era un hombre un poco mayor que yo, moreno, maceteado que tenía unas cicatrices en la cara por efecto de acné me imagino, llevaba gafas y tenía una gran panza que apretaba una camiseta blanca. Lo que más me molestó es que llevaba zapatos de vestir negros sin calcetines, muestra de mal gusto. Que ridícula que soy! 
Terminó su cuento diciendo que nunca más vio a esta chica... Era de imaginarse. Siguió luego quejándose de lo fría, desinteresadas y aburridas que eran las mujeres locales cuando se trataba de las cosas íntimas y que obviamente prefería las turistas. Finalmente me pidió mi número... No se lo di! Luego me dijo que cambiara mi ticket o que él me compraba uno nuevo para que me fuera otro día… obviamente no lo hice.
Después me pregunté ¿fue ese verdaderamente un momento de honestidad y desahogo o de obscenidad y oportunismo? ¿Creía que yo le iba a decir ya vamos, cambia de rumbo y enséñame lo que aprendiste? Cambio mi pasaje ahora y llévame donde quieras!?!? 
Me parece que es solo con las turistas, me imagino que ellos creen que ya que estamos viajando o vacacionando, nosotras vamos a ser más atrevidas y desinhibidas, que vamos a aceptar a quien sea que se cruce por ahí con una palabra bonita. Bueno él no usó ninguna palabra bonita solo contó su cuento ... Algunas tácticas de cortejo que me llaman mucho la atención. 

  

     


 



Inca Jungle 



   


Para llegar a las gloriosas ruinas sagradas de los Inkas en Machu Picchu hice un tour de 5 días que culminó allá en la ciudad perdida. El tour incluía muchas actividades y voy a explicarlas por parte. 

El primer día, hicimos ciclismo aventura bajando primeramente una montaña de unos 4300 metros de altura y luego rafting. Yo no hice la parte del rafting pero tuve un día muy lindo que empezó en la cumbre de la montaña en el pueblo llamando Santa María,  luego una lluvia inmensa nos empapó completamente mientras bajábamos la montaña la que a veces impedía que pudiéramos ver mientras descendíamos. Debo ser sincera y confesar que esa primera parte fue un poco dura ya que el viento soplaba fuertísimo congelando mis dedos mientras montaba la bici y la lluvia estaba brava. Pesé que iba a estar así toda la mañana y me preocupé un poco pero mientras bajábamos el tiempo se arreglaba mas y mas hasta que llegó a ser una mañana bellísima. La parte de ciclismo duró aproximadamente unas dos o tres horas. Cruzamos por riachuelos, algunas pequeñas cascadas y paisaje muy lindos al mismo tiempo que tratábamos de evadir los autos y camiones que pasaban por la carretera. Terminamos cómprame te mojados de pies a cabeza. Algunos miembros del grupo se cayeron y quedaron heridos pero yo no tuve ningún problema. El tour incluía hospedaje y comidas para todos los días. El segundo días fue el más especial para mí. Caminamos 9 horas por la selva peruana pasando por rutas originarias que los Inkas construyeron hacia Machu Picchu. El camino del Inca tiene pasajes hermosos con miradores que te quitan el aliento. Hay puntos maravillosos rodeados de ríos y vegetación. Empezamos a caminar a las 8.30 de la mañana y llegamos finalmente a descansar a las 9pm. Nos tomamos unos descansos en el camino donde el guía del grupo nos dio información acerca de la flora del lugar  por ejemplo la importancia de la hoja de coca para la comunidad, la que les da vitalidad y claridad. Vimos muchas plantaciones de plátanos, café, cocoa y otros árboles frutales. También los guías prepararon un ritual tradicional Inca en el cual probamos distintos elementos y aprendimos sus propósitos y efectos. Fue un día verdaderamente mágico para mí. Me encantó muchísimo la caminata, las quebradas, los ríos y la ruta estrecha y desafiante. El camino fue lindo, cálido, amigable y emocionante. Términos el segundo día en unas piscinas termales para relajar los músculos y descansar después de un largo día de aventura y caminata... En la noche después de la cena nos tomamos unos pisco sours sabrosos, salieron unas cervezas y bailamos en la disco local del pueblo de Santa Teresa. 


 


                      


   


El tercer día fue un caminamos 6 horas. Tres en la mañana por una carretera hasta llegar a hydroelectra donde almorzamos y luego seguimos la ruta del tren hasta llegar a Aguas Calientes o Pueblo Machu Picchu. El cuarto día nos levantamos a las 4am para subir una montaña empinada que te lleva hasta la puerta del Parque Nacional con el propósito de ver el amanecer desde la Ciudad Perdida. Llegamos allá al rededor de las 6am. Desde ahí el guía nos dio información acerca de las ruinas, los rituales que llevaban a cabo en lugares específicos, sagrados, nos explicó también como el rey Inca vivía, el trabajo de los sacerdotes y las elegidas que morían como ofrendas de un solo palo en la cabeza para alegrar a los dioses macha mama, inti o algo así. Este día aparte de haber sido durísimo físicamente fue muy gratificante emocionalmente. Después de recorrer la ciudad por las primeras horas del día algunos miembros del grupo nos fuimos a subir la montaña de Machu Picchu. Fue una hazaña! Una hora y media de escalones empinados por la montaña más alta del lugar. La garganta y los pulmones  gritaban y mis piernas pedían desesperadamente una descanso también. El resultado de la escalada fue bellísimo. Llegar a la cumbre de la montaña fue muy reconfortante y las vista hasta allá gloriosas. Para recargar energías cominos unos sándwiches y fruta en la cima y apreciamos la creación maravillosa de los creativos Inkas. Que inmensidad, que ingeniosidad... Que totalmente impresionante. Al bajar la montaña las piernas tiritaban mucho y ya no querían seguir. El
Cuarto día del tour fue el días de más retos físicos pero igualmente reconfortantes. Machu Picchu es una obra de arte, cada piedra tiene un propósito, ellas fueron colocadas con precisión, pulidas con delicadeza y conectadas en una manera que muestra la inteligencia de los indígenas peruanos. Cada ruina tiene una historia, cada ángulo un secreto, cada rincón me parecía misterioso. Caminando por los pasajes de la ciudad me alegré mucho. Me motivé a pesar del cansancio de mi cuerpo a apreciar la magnitud esta maravilla del mundo. Una creación que inspira dedicación, determinación, esfuerzo, inteligencia. 
Caminé de vuelta al hostal por el cerro que subimos en la mañana. En el descenso mis piernas estaban resignadas... mi espíritu elevado. 
El quinto día caminamos unas dos horas y media y luego una van nos llevó de vuelta a Cusco en 6 horas arribando alrededor de las 9pm. Un tour largo y duro a momentos aunque grandemente gratificante y lleno de pequeños momentos de gozo y gratitud.



   


                            

Lima 



                


 


Conocí a Roció en Foz de Iguazu una chica de Lima que me recibió excelentemente bien. Hicimos la conexión en el hostal Che Lagarto y hemos mantenido  el contacto hasta ahora. Nos une la pasión por viajar y conocer nuevas tierras, descubrir costumbres y tradiciones diferentes y el deseo de ser parte de un mundo lindo e inmenso. Roció me recorrió en el terminal de buses y me llevó en su auto hasta Miraflores donde me quedé unos 3 días. Nos tomamos unos jugos naturales riquísimos y unos churros muy ricos. 
Me gustó mucho mi tiempo en Lima, aunque fue corto fue muy constructivo para mí. Tuve tiempo para caminar y meditar. Recolectar episodios de mis viajes. Apreciación me llenó. Y soñé. 



  


 Chao Peru, hasta la proxima 

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